Los Springboks tocan el cielo. Se consagraron campeones del Mundo tras vencer a Inglaterra en la final por un contundente 32 a 12. Tremendo partido de los Boks que borraron del campo a su rival y levantaron la Copa por tercera vez en su historia.
Ante la imposibilidad de desarrollar un juego ordenado y aprovechando los errores ingleses, los Springboks tuvieron la primera oportunidad a palos, pero Handré Pollard falló. Mal presagio para un partido que se adivinaba, muy ajustado en puntos. Aunque después metió los siguientes cuatro golpes a favor que tuvo su equipo para darle la ventaja a Sudáfrica que se iba al descanso con un 12 a 6. Por su parte, los de la Rosa lograban ir igualando cada una de las acciones sudafricana gracias al acierto de Owen Farrell al pie
Los Boks hicieron todo lo que debían hacer en una final: mantuvieron una gran defensa, metieron mucha presión y fueron efectivos en las formaciones fijas. Pero claro, el duelo no daba un respiro y en la segunda parte todo se mantuvo muy equilibrado. Sumó uno por la vía del tiro a palos y el otro respondió de igual manera.
Pero no estaba todo escrito. Cuando el reloj llegaba a los 27 minutos de este segundo periodo, en ese justo momento, Sudáfrica armaba una buena jugada por el lado cerrado que llevaba a Makazole Mapimpi hasta la línea de marca y empezar a aclarar el nublado cielo que se cernía sobre la final, en otras palabras, los verde y oro se acercaban a la gloria.
Un rato después y con los Boks firmemente asentados en el campo, finalmente se quedaban con la gloria mundial cuando Cheslin Kolbe llegaba a la línea de marca y lograba un ensayo que sentenciaba la historia. Sudáfrica ya era campeona del mundo en Yokohama.
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