El Gaztedi RT ha creado, aprobado y
puesto en marcha un protocolo de prevención de la violencia entre iguales
(bullying). La motivación principal de dar un paso adelante en la erradicación
de esta práctica social injusta es la convicción de que el rugby ha de ser un
espacio de libertad y convivencia que permita la incorporación de los valores
de inclusión en el proceso de entrenamiento-aprendizaje. Somos conscientes de
que los diversos tipos de abuso pueden presentarse en los campos de rugby, cómo
ocurren en otros deportes, y queremos anticiparnos a los futuros posibles
casos. Conocer el procedimiento del que el bullying se alimenta es el único
modo de evitar su proliferación.
El protocolo de prevención ha sido
fruto del debate interno y de la participación de expertos en el tema (profesores
de la UPV-EHU, pedagogos, maestros, entrenadores y delegados), todos ellos
miembros de la comunidad del Gaztedi. El documento explica el proceso de la
construcción de la violencia estructural que conlleva el bullying, y las
peculiaridades en el deporte: la estigmatización de la víctima inocente, el
aislamiento que sufre, el triángulo de poder que se forma entre el abusador, la
víctima y los testigos; y la relación que esta estructura de violencia tiene
con la competición deportiva; principalmente, del vínculo entre los titulares,
posibles abusadores, y los reservas, habituales víctimas, y los entrenadores.
El protocolo de actuación hace
hincapié en evitar que se constituya la pirámide de violencia entre iguales;
esto es, la estigmatización. La primera etapa consiste en que los entrenadores
y delegados conozcan los mecanismos de los que se alimenta este fenómeno
social. El segundo paso es que entrenador adopte costumbres de buena, cordial y
respetuosa comunicación entre todos los miembros del equipo, y que no sea aceptable
el uso de motes despectivos, insultos, o vejaciones más o menos tácitas. Una de
las funciones principales del entrenador es la de observar con atención las
dinámicas grupales que se plantean en los entrenamientos, vigilando sobre todo
a aquellos más vulnerables; a los que permanecen más aislados o que adoptan
estrategias alejadas de las de los demás. De un modo activo, el entrenador y la
entrenadora tienen que proponer ejercicios y juegos que impulsen la autogestión
del grupo, y que permitan un empoderamiento, una puesta en valor y confianza,
de aquellos más frágiles. La última fase consiste en dotar a los capitanes de
herramientas para poder equilibrar las situaciones de injusticia y violencia
dentro de la democracia y autonomía que debe reinar en un equipo de rugby.
Ser entrenador del rugby del Gaztedi
es aceptar la responsabilidad de construir un ambiente de seguridad y confianza
para todos los chicos y chicas que estén bajo nuestra responsabilidad,
impulsando la sintonía entre todos. El bienestar de los jugadores y jugadoras
es un síntoma del bienestar organizativo del club, y hacer del rugby un espacio de placer y de bienestar para todos es una
cuestión de sensibilización, formación y justicia social.
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